Siempre me ha
parecido digno de estudio y de admiración el trabajo realizado por los pueblos
en la búsqueda común de la superación y de la mejora de las condiciones de vida. Este trabajo se
ha dado en muchos lugares del mundo a lo largo de la historia, aunque hoy voy a
hablar del llamado Tequio.
La palabra Tequio viene del
Náhuatl, lengua utoazteca que hablaban un grupo de pueblos indígenas de
Mesoamérica (principalmente México). Para entendernos, el término viene a
significar “trabajo o faena que todo individuo debe a la Comunidad por el hecho de pertenecer a ella”. Tan ancestral es el
término como la acción humana de ayudar y de formar parte de un proyecto común.
El tequio además de una costumbre
era pieza fundamental de la estructura social de la época, haciendo que, además
de conseguir un objetivo común, el individuo conviviera y se integrara con el
resto. Entonces era, principalmente, una tarea de reconstrucción de caminos,
santuarios y todo aquello que pudiera repercutir en el bienestar general. Era
un deber del individuo para con el pueblo y así se asumía. Estaba lejos de ser
una pesada obligación. Lo lógico y normal era participar en este intercambio de labores.
Pero llegaron los señores
conquistadores, con sus tan buenas y conocidas formas, y enseguida apreciaron
en todo aquel engranaje un buen filón. Ahora iban a ser los vejados indígenas
de la zona los que bajo su mandato realizaran trabajos forzosos gratuitamente,
una especie de impuesto obligatorio del que nadie estaba a salvo. De esta forma
garantizaban mano de obra gratis, sumisa y rápida en el nuevo territorio en el
que acababan de desembarcar. Vamos, lo que ha sido la esclavitud de toda la
vida.
Actualmente, el Tequio sigue
formando parte de muchos pueblos de Iberoamérica, obviamente con las diferencias
lógicas que ha marcado el tiempo, desde el abanico de tareas que se abarcan y el tiempo de dedicación, hasta la voluntariedad . De hecho, en Constituciones de
algunos Estados, como en la de Oaxaca en su artículo 12, se le nombra: “…Las
autoridades de los Municipios y Comunidades preservarán el Tequio como
expresión de solidaridad según los usos de cada Pueblo y Comunidad indígenas.
Los Tequios encaminados a la realización de obras de beneficio común, derivados
de acuerdos de las asambleas, de las autoridades municipales y de las
comunitarias de cada Pueblo y Comunidad indígena, podrán ser considerados por
la Ley como pago de contribuciones municipales; La Ley determinará las
autoridades y procedimientos tendientes a resolver las controversias que se
susciten con motivo de la prestación del Tequio.”
A día de hoy, el Tequio es un
derecho y deber social en el que las personas que participan adquieren cierto
reconocimiento moral entre el pueblo. Es considerar la vida desde un punto de
vista altruista, comunitario e integrador. La unión y la fuerza de los pueblos.
Es beneficiar a los de ahora y a los que vendrán después, igual que nosotros hemos sacado partido de luchas ya pasadas. Porque, aunque se nos olvide con frecuencia, somos parte de una comunidad y eso significa algo.
Siempre sorprendes con tus conocimientos sobre Sudamérica. Es bastante interesante que exista incluso un término para denominar a este tipo de actividades. Supongo que es un claro ejemplo de cuan enraizado está el concepto de comunidad en estos lugares.
ResponderEliminarSaludos y sigue así. Se echaba de menos poder leerte.